María Angélica Rojas González, dueña de Productos Artesanales y Costuras “Tita”
Hace 19 años saca a su familia adelante con dulces de mora, durazno, mora y alcayota con nueces. “Las reparto en bicicleta y en temporada de frutas llego a cocinar más de 300 kilos. Y me encanta que me digan que quedan ricas, es mi satisfacción”, sostiene.
BUIN.- “Fueron muchos años de malos tratos, sintiendo que no valía nada, pero ahora soy una convencida de que soy capaz de hacer muchas cosas. De hecho, todos mis hijos son profesionales”. Este crudo relato pertenece a María Angélica Rojas González, una mujer de 64 años que no solo le ha ganado a la vida, sino que la viste y la endulza. Tal como lo lee, esta vecina del sector Santa Rita, en Alto Jahuel, ha salido adelante emprendiendo con costuras y mermeladas. En resumen, 19 años ‘tirando el carro’ para gracia de sus hijos Rubén, Ingrid, Ricardo, Italo, Rafaela y Valeria.
“Mi mamá era separada y debía cuidar a mis hermanas, desmotivándome con lo que era colegio, ya que luego de clases tenía que llegar a casa a lavar, preparar almuerzo, planchar, etc. Así que llegué solo a primero medio, es decir, aún no saco el cuarto medio. Intenté retomar el colegio en la noche, pero mi ex marido me decía que no, que había que cuidar a los niños y, la verdad, se me quitaron las ganas de seguir”, sostiene.
“Entonces, las costura y mermeladas las hacía de noche, cuando estaba tranquila, porque en el día no podía ya que mis hijos, por ejemplo, llegaban a almorzar en distintos horarios. Entonces, lo mío partía cuando ya atendía a mi familia, de hecho, me daba cuenta de un momento a otro de que había amanecido”, agrega esta mujer de trato afable y risueña.
Con el dulce envasado como telón de fondo, esta vecina de Buin encontró en la pandemia un buen momento para seguir creciendo, porque le abrió la posibilidad de vender más mermeladas. En verano, cuando es temporada de frutas, llega a cocinar 300 kilos y más. “Cuando hago 10 kilos los vendo ‘al tiro’, ya que están pagados desde antes. Y me ha servido mucho, porque me hoy me doy algunos gustos que nunca imaginé podría darme”.
María Angélica está dedicada ahora a la alcayota con nuez, y cuando es tiempo de moras se las compra a uno niños. “La venta es de ‘boca en boca’, es decir, las personas van compartiendo el dato, lo que me hace más conocida. A veces voy a Buin a comprar remedios me saludan y me dicen ‘me trae una mermelada’”, explica.
“Todavía no doy el paso para vender a través de redes sociales porque no me manejo, pero mi hija me ‘sube’ los productos a internet. Aunque debo reconocer que varias veces he estado a punto de hacer un curso para aprender lo digital”, aclara.
En la parte más logística, esta “dulce” mujer reparte sus mermeladas en bicicleta, “y cuando voy más lejos las llevo en bolsas y tomo colectivo. Y mi hermana también me ayuda llevando hartos frascos a San Bernardo, al Liceo Comercial, por ejemplo”.
Respecto del trabajo con el municipio de Buin, esta emprendedora precisa que “me ha servido para darme a conocer, que más personas conozcan mis mermeladas. Pero lo principal, me ha ayudado a sentirme importante porque que antes no me valoraba. De hecho, todavía me cuesta porque empiezo a recordar lo vivido y me da pena. Mi emprendimiento lo tendré hasta el día que se me acaben las fuerzas, porque me encanta que me digan que las mermeladas me quedan ricas. Esa es mi satisfacción”.
JEFAS DE HOGAR
Así como María Angélica Rojas González, otras mujeres se han atrevido a romper el círculo de la violencia para salir adelante, encontrando en el Programa Mujeres Jefas de Hogar una ventana de esperanza. El programa es en convenio con el Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género, y su objetivo es promover y fortalecer la inserción, permanencia y desarrollo laboral de las mujeres trabajadoras con responsabilidades familiares, y que tienen un rol protagónico en el sustento económico de su hogar. Las ayuda a obtener su autonomía económica, y promover la superación de las barreras que pueden enfrentar al momento de encontrar trabajo.
Para fomentar la autonomía económica se les ayuda a emprender con sus ideas y fomentar sus ventas gracias a las ferias dentro de la comuna y también en casos que se les otorga permisos municipales para vender en casa. En este sentido, en Buin también reciben talleres de formación donde se les enseña y brinda apoyo para dar cuenta de la importancia de su trabajo remunerado y doméstico, para así generar su empoderamiento y mejoramiento de la autoestima.
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